A veces sentimos la necesidad de cambiar nuestra casa sin tener que realizar obras y sin destinar demasiado dinero en ello, así que aquí te damos algunas pautas para orientarte en cómo puedes empezar a abordar el tema.
Antes de nada, debemos plantearnos por qué deseamos el cambio: ¿ la estancia debe cubrir nuevas necesidades?; ¿ de pronto has llegado a casa y te has dado cuenta de que ya no tiene el sentido que había tenido hasta ese momento?; ¿necesitas actualizarla porque la ves desfasada?; ¿ha llegado la primavera y te apetece darle un aire más estival?; ¿organizarás una fiesta en un par de semanas y deseas que el espacio cause un efecto concreto en tus invitados?
En función de lo que motive el cambio, éste deberá ser más o menos profundo y más o menos notable.
Teniendo en cuenta que se va a tratar de transformaciones que pueden realizarse sin la intervención de ningún profesional (interiorista, paleta o lampista), y con un coste asequible, empezaremos a ordenar las pautas desde las que más modifican el espacio y lo hacen de forma más permanente, hasta las más livianas y temporales:
Los espacios de nuestras viviendas se componen de elementos básicos que los definen y conforman: techo, paredes y suelo. Antes de nada, debemos plantearnos si el cambio que perseguimos debe afectarles o simplemente buscamos variaciones más superficiales con las que solamente se modifiquen el mobiliario y la decoración.
Si buscamos variaciones profundas, que satisfagan nuevas necesidades, seguramente será oportuno intervenir en estos elementos, modificando volúmenes, es decir, eliminando o añadiendo mobiliario fijo (estanterías, literas, grandes armarios, etc). Para este fin, será necesario desmontar los muebles existentes y encargar o comprar otros que funcionen mejor. Aunque cada caso es diferente, esto acostumbra a ocurrir cuando los hijos se independizan, cuando hay una separación o cuando debemos compartir la vivienda con una nueva persona.
Frecuentemente, la variación de volúmenes y funciones conlleva también la variación de la iluminación, por lo que es posible que sea necesario comprar nuevas lámparas, de luz más potente o menos, con un haz más puntual para la lectura o un uso concreto, o con un haz más amplio y general para una iluminación homogénea de la estancia.
En cuanto al suelo, lo más fácil es siempre disponer alfombras o moquetas que no necesiten instalación especializada, pero también puede variarse instalando un parquet de fácil montaje o incluso pintándolo con una pintura resistente para este fin.
El color
Cambiar el color de los paramentos de un espacio es una opción muy efectiva y poco costosa. Es archisabido que el color puede variar nuestro estado de ánimo, puede potenciar actitudes y propiciar acciones, además de ser una variable con un amplísimo abanico de posibilidades, desde las más tímidas hasta las más arriesgadas. De este modo, se puede disponer una nota de color muy potente en una sola pared, o bien cambiar el tono de la totalidad de la estancia. En cualquier caso, hay que tener en cuenta qué funciones se desarrollarán en ella y qué estado de ánimo se quiere favorecer.
Por otro lado, no debemos olvidar que el cambio de tono de las paredes no debe limitarse sólo a la aplicación de una nueva pintura. También se puede contar con infinidad de posibilidades de papel pintado y vinilos para todos los bolsillos.
El mobiliario móvil
El mobiliario móvil acostumbra a ser el que brinda al espacio su capacidad para funcionar como deseamos (mesa, sillas, sofá, etc), pero al mismo tiempo, el material y el color expresan valores y estatus. Así, una mesa de melamina y otra de mármol natural cubren la misma función pero proporcionan sensaciones completamente diferentes. Cambiando este tipo de mobiliario, debemos plantearnos, qué queremos expresar, con qué nos sentimos identificados y qué coste estamos dispuestos a invertir. Normalmente, se suele recurrir al cambio de mobiliario cuando falla el que tenemos o cuando empezamos a darnos cuenta de que nuestras estancias han quedado antiguas o desfasadas.
Los textiles
Los textiles son elementos muy fáciles de cambiar, añadir o quitar y pueden suponer grandes aportaciones a un bajo coste. Los textiles más complicados son las tapicerías de sofás, butacas y sillas porque a menudo requieren la labor de un tapicero y un buen tejido no es precisamente barato, pero es innegable que el resultado va a ser un cambio muy sustancial que si se acompaña de una renovación de color de las paredes (con pintura, papel, vinilos o telas), puede suponer una completa renovación de aspecto. Paralelamente, podemos sustituir cortinas, cojines y alfombras con un resultado también muy notable, mientras que cambiar mantelerías, sábanas y fundas nórdicas proporciona una experiencia más puntual, focalizada en una situación o evento concreto.
Finalmente, otra manera de cambiar un espacio para darle un nuevo aire es escogiendo bien los detalles y pequeños objetos de decoración como cuadros, marcos de fotos, velas, jarrones, macetas, plantas verdes y flores, pantallas de lámparas de pie o de sobremesa, etc. Normalmente éstos son pequeños (o no tan pequeños), cambios que nos aportan satisfacción y pueden llegar a reforzar nuestro estado de ánimo.