• Gustos personales del cliente: a la hora de plantearnos cualquier proyecto de decoración, siempre hay que tener en cuenta los gustos y las aspiraciones personales de aquellas personas que van a vivir en ese lugar. Encontrar un equilibrio entre personalidad y decoración es clave. Por esto, hay que plantearse los colores que le gustan, lo que le inspira, que tipo de muebles u objetos le gustaría que tuviera su espacio y abordar la decoración a partir de esa base.

• Espacio : tener en cuenta la dimensión con la que contamos es esencial, aparte de obvio, pero dentro de ese espacio hay que contar con el resto de elementos que lo conforman. Esto son, por ejemplo, el lugar donde estén ubicadas las ventanas, puertas, puntos de luz naturales y hasta los interruptores o revestimientos. La decoración también dependerá del uso que se haga de ese lugar ya que tendrá unas necesidades concretas. No es lo mismo decorar una habitación para un niño que la decoración de un salón. Hay que saber crear las funcionalidades más óptimas.

• Elementos: una vez que se tiene claro los puntos anteriores, se deben de conocer los elementos con los que vamos a abordar el proyecto, y así definir el plan decorativo. Por ejemplo, determinar la ubicación de los diferentes muebles, la iluminación que vamos a utilizar, la paleta de colores por la que nos gustaría decantarnos o el estilo de la superficie.

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