En Marina Sezam tenemos el hábito de visitar el hall de diferentes hoteles cada semana para analizarlos y determinar qué elementos funcionan y cuáles podrían eliminarse sin que se pierda la calidad del espacio.
A continuación, os explicamos las conclusiones a las que hemos llegado en general, sin aludir a ninguno de los lugares visitados en particular, pero atendiendo a los principales elementos que los conforman, tales como:
Entradas de luz natural
Sin duda los mejores halls de hotel son los que cuentan con grandes entradas de luz natural, y si además, a través de ellas podemos disfrutar de la vista exterior, mucho mejor.
Entre las vistas a un paraje natural o las de un entorno urbano, las primeras sin excepción nos han proporcionado un bienestar muy superior a las segundas pero también es verdad que los hoteles urbanos que cuentan con halls de entrada desde una plaza o calle sin tránsito o bien desde una vía emblemática o cercana a boutiques con cierto glamour, aportan al visitante una sensación inmediata de permanecer inmerso en la vida y el movimiento de la urbe, lo cual es muy atractivo para el turista que busca conocer la ciudad más allá de sus edificios y lugares turísticos.
Si el hall en cuestión no cuenta ni con grandes ventanales, ni con vistas, lo mejor es que ponga el acento en su diseño interior, en los materiales y el mobiliario que conforman su espacio interior, para conseguir el máximo bienestar y la máxima sensación de agrado y disfrute del visitante.
Estilo general
Normalmente, aunque no siempre, el estilo general de un hotel va acorde con el número de estrellas que luce en su entrada y con el coste de sus habitaciones, de manera que a más estrellas, más lujoso es en general el estilo de sus espacios.
Pero, ¿Cómo percibimos el lujo del espacio interior de un hotel?
Por lo que hemos podido observar, identificamos como lujosos aquellos halls que cuentan con:
- Puertas y ventanas grandes con cristaleras, grafiados y molduras restauradas
- Grandes lámparas
- Revestimientos de madera o piedra naturales pulidos
- Moquetas con estampados y tonos clásicos
- Techos ricamente artesonados, pintados con frescos o bien pensados para ofrecer juegos de luces indirectas
- Muebles de madera maciza
- Sofás y butacas de piel o terciopelo
- Reflejos dorados o lacados en pomos, manillones y objetos de decoración varios
Para Marina Sezam, controlar la percepción del lujo en un hotel es importante, pero el confort y la belleza de un espacio son esenciales, así que nos hemos fijado en estos aspectos también y en nuestra opinión, resultan bellos los halls que son claros, con revestimientos y materiales naturales (como la madera, la piedra, la cerámica y la lana o el lino para los tejidos), y son confortables aquellos que resultan cómodos, que cuentan con zonas de reunión apacibles y con una iluminación adecuada, ni demasiado blanca ni tampoco demasiado tenue.
Los techos
No nos gustan demasiado las superposiciones de falsos techos a distinto nivel para esconder luces indirectas porque nos parece algo artificioso y a menudo forzado, pero sí nos gustan los techos que recuperan su aspecto original, con pinturas, molduras, bóvedas o jácenas, o aquellos que aportan calidez y confort acústico con soluciones de madera, ya sea listonada, maciza o en partículas.
Las paredes
Nos preguntamos por qué se emplean tanto los paneles sintéticos, ya que en nuestra opinión, pueden suprimirse sin que el espacio se resienta o pierda prestaciones y en algunos casos, incluso las gana. En su lugar, preferimos los paneles de madera, espejos en determinados lugares, revestimientos vinílicos de aspecto y tacto agradables, vidrios con perfilería de hierro o madera y textiles.
Los pavimentos
Deben ser versátiles, neutros y deben dialogar bien con el edificio y la estancia en la que se encuentran. Hemos visto carísimas moquetas que nos han parecido horribles en grandes hoteles de lujo y creemos que esa sensación de desagrado fácilmente puede ser general. Un efecto estético similar, pero con un resultado muy superior, puede conseguirse con una buena mezcla de mosaicos, con marquetería de madera o con ambos.
El mobiliario
Ya sean modernas o sean antiguas, las mesas y las sillas deben ser macizas, ergonómicas y cómodas, si esperamos proporcionar sensación de confort y calidad.
Nos agradan más las tapicerías de piel lisas, sin tachuelas ni fruncidos, o las textiles con tejidos complejos en los que intervengan ricas hilaturas, pero en tonos sobrios, ya sean claros o intensos. Y lo mismo vale para las cortinas.
En general tendimos a preferir los materiales y las superficies mate, pero el brillo de algunos materiales pulidos, de porcelanas, esmaltes y de algunos metales, son a veces un gran acierto si se emplean con cuidado y no se abusa de ellos.
Las luces y las lamparas
Si el espacio lo permite, una gran lámpara puede ser un eficaz elemento decorativo y puede aportar muchísima personalidad a dicho espacio. En algún hotel de los visitados, nos ha ocurrido que lo recordamos por la lámpara que pendía del techo del hall de entrada, así que podemos afirmar que determinadas lámparas pueden llegar a ser algo realmente pregnante y funcionar como elementos identificativos del hotel.
Además de contar con luminarias decorativas, las luces indirectas que enfatizan determinados relieves o superficies, acostumbran a crear ambientes interesantes, apacibles y diferentes a lo que generalmente estamos acostumbrados a ver en nuestras casas, y ello acostumbra a resultar muy atractivo.
Y finalmente, un buen hall de hotel debería incluir luces puntuales para la lectura o una necesidad específica, junto a cada área de reunión con sofás o butacas, porque cuando no encontramos estos puntos de luz, el hall se percibe como un espacio general, más o menos bello e interesante, pero que no distingue las diferentes necesidades de las personas que transitan por él, lo cual hace que pierda carácter, personalidad y sobre todo, confort.
Las plantas
Nos gustan en todas sus versiones y tonalidades y pensamos que son imprescindibles si queremos obtener un ambiente fresco, desenfadado y amable, que nos reconcilie con nuestro lado más humano. Porque los revestimientos, las luces y la decoración pueden potenciar efectos o incluso despertar emociones, pero son las plantas las que dotan al espacio de vida y aportan el detalle orgánico, el encanto natural de lo que crece espontáneamente con sus propias imperfecciones.
Y estas imperfecciones son necesarias para que un espacio resulte bello y no se perciba como una mera exposición de materiales y objetos bonitos.
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