Wabi-sabi es un término originario del taoísmo chino y más tarde se transmitió al budismo zen de Japón. Wabi, que en términos generales significa «la elegante belleza de la humilde simplicidad», y sabi, que significa «el paso del tiempo y el subsiguiente deterioro», se combinaron para formar un sentido único y fundamental para la cultura japonesa. Así, el wabi sabi es una filosofía de vida, una opción para aprender a ser feliz y disfrutar de las pequeñas cosas que nos rodean.
Según el profesor Otabe «wabi-sabi deja algo sin terminar o incompleto para el juego de la imaginación». En lugar de ver las discontinuidades o las formas desiguales como errores, éstas se ven como una creación de la naturaleza, como el musgo que crece en una pared o un árbol que se curva con el viento.
Wabi-Sabi hace referencia a la belleza de lo imperfecto o inacabado poniendo en relieve la importancia de la aceptación. Esta filosofía ayuda a enmarcar la naturaleza, tan diversa y cambiante, como una fuente de belleza, que se puede apreciar en los niveles más pequeños y sutiles. La naturaleza así, se convierte en una proveedora de colores, de diseños y patrones que podrían pasar inadvertidos desde la mirada occidental pero que constituyen una verdadera fuente de inspiración constante, al facilitarnos la observación de los detalles impredecibles y efímeros que podemos encontrar en ella.
En nuestra cultura, no suele ser fácil enfocar la mente en la exquisita y a veces sutil belleza transitoria que se encuentra en todas las cosas impermanentes«. Por sí solos, los patrones naturales son simplemente bonitos, pero al comprender su contexto como elementos que resaltan nuestra conciencia de la impermanencia, se vuelven profundos.
A menudo el arte de kintsugi se asocia con wabi-sabi. Se trata de un método para reparar la cerámica rota con oro o laca, en un proceso que resalta las grietas, en lugar de ocultarlas, lo cual les permite convertirse también en parte de la pieza.
Cuando la pieza queda así reparada por un especialista local de kintsugi, las nuevas tonalidades que adquiere la pieza producen un contraste notable y tan desigual, que nunca podría haberse creado intencionalmente.
Acoger los efectos de la naturaleza y permitir que la historia sea visible en una pieza crea un valor único que en muchas culturas, simplemente se consideraría inútil.
De hecho, el término «perfecto», que proviene del latín perfectus, es decir, completo, en muchas culturas se ha colocado en un pedestal inmerecido, especialmente en Occidente, al priorizar lo impecable e infalible. El ideal de la perfección no solo da lugar a estándares inalcanzables, sino también erróneos y a menudo frustrantes.
En el taoísmo la perfección se considera equivalente a la muerte, pues es un estado en el que no puede producirse ningún crecimiento o desarrollo adicional, ya que mientras nos esforzamos por crear cosas perfectas y luego luchamos por preservarlas, negamos su propósito y nos perdemos la alegría y el goce que vienen con el cambio y el crecimiento.
La aceptación de una belleza fugaz que en Occidente no cosecharía más que unas pocas fotos, resulta inspiradora y enriquecedora en las áreas budistas de Japón.
Las abolladuras y los arañazos que llevamos son recordatorios de la experiencia y nuestra historia, y eliminarlos sería ignorar las complejidades de la vida. Al retener lo imperfecto, reparando lo que está roto y aprendiendo a encontrar la belleza en las fallas, Japón también fortalece su capacidad para hacer frente a los desastres naturales que tan a menudo enfrenta.
En la decoración, la filosofía Wabi-Sabi da pie a un estilo que busca dar valor a los materiales en su versión más real, pura y honesta, en espacios que mantienen la estética de la corriente minimalista pero a los que se agrega calidez a través de materiales rústicos y objetos que cuentan una historia, tal como lo menciona el autor Andrew Juniper “Si un objeto o expresión puede provocar en nosotros una sensación de serena melancolía y anhelo espiritual, entonces dicho objeto puede considerarse wabi-sabi.”
La decoración inspirada en el “Wabi Sabi”, nos acercará al bienestar a través de una estética cálida, profunda y auténtica, ya que busca en los detalles la imperfección para así lograr una aproximación con la esencia de las cosas. De esta manera la estética apela a la belleza de las cosas por cómo están hechas y lo que representan, no por lo que esperamos de ellas o por la idea preconcebida que tengamos sobre cómo deberían ser.
A continuación te damos algunos tips para conseguir que tu casa tenga un poco más Wabi-Sabi:
- Es básico lograr tranquilidad a través del orden y la sencillez. Una casa ordenada transmite paz y nos hace sentir más cómodos y relajados. Por eso, la decoración wabi-sabi debe incluir elementos funcionales tales como utensilios de cocina o de limpieza, así como también zonas de almacenamiento. Si incorporas productos útiles y agradables a la vista dentro del hogar, ello facilitará que te ocupes del desorden y lo embellezcas al mismo tiempo.
- Recupera piezas antiguas y artesanales para ganar autenticidad. Si quieres recrear este estilo, opta por piezas de aspecto antiguo, rústico o natural. No importa si están viejas, desgastadas o agrietadas; recupéralas y lúcelas tal como son para que puedan transmitir su historia sin esconder la pátina del tiempo.
- Nada de sofisticación ni objetos banales. En el Wabi-Sabi se aprecia mucho el espacio libre, el silencio y la simplicidad. Por eso promueve conservar solo lo esencial para sentirte feliz en la cotidianidad.
- La casa Wabi-Sabi es aquella que busca la sencillez y en donde cada mueble o detalle está muy bien elegido para que se pueda contemplar sin tener que quitarle de encima «pongos» u otros objetos sin sentido.
- Busca el equilibrio a través de espacios simples aunque no necesariamente austeros, y elimina lo recargado. El ambiente no debe estar lleno de piezas o detalles, sino compuesto por muebles y objetos distribuidos en un orden natural. Puedes integrar en la decoración de tu hogar: lavamanos de piedra, suelos de madera tratada con aceite y accesorios de barro sin brillos, para conectarte con el poder regenerador de la naturaleza.
- En el Wabi-Sabi vale lo asimétrico, lo irregular, lo imperfecto. Toda marca que el clima, el uso o el paso del tiempo haya dejado en una pieza es digna de ser mostrada (y hasta celebrada) porque habla de su historia y su vulnerabilidad. Eso la hace realmente única.
- Esta filosofía se inspira en la naturaleza. Así que incorpora materiales naturales como madera, vidrio, piedra, mármol, cerámica, hormigóny fibras vegetales como lino, algodón o mimbre. La casas wabi-sabi se visten con ellos.
- El Wabi-Sabi toma los tonos de la misma naturaleza y los traslada a los espacios con el fin de que aporten serenidad, confort e intimidad. Los ideales son los que imitan los tonos de la naturaleza como el blanco nieve o crudo, el arena, el gris piedra, el verde olivo o el azul turquesa. Estos tonos te aportarán energía vital como la de la naturaleza que representan.
- Los espacios decorados bajo este estilo suelen tener poca luz para dar la sensación de intimidad. Esa decisión también permite jugar con las sombras para que “adornen” y den relieve a aquellos espacios que a simple vista podrían parecer insignificantes. La luz natural debe ser la protagonista para aportar calidez durante el día, mientras que durante la noche, la luz artificial ayuda a resaltar los rincones y las texturas de las superficies y de las estancias.
Para lograrlo puedes utilizar lámparas colgantes acompañadas de focos de luz cálida puntuales. Alumbrar un cuadro, una vasija o una planta como si fuera una obra de arte puede resultar muy Wabi-Sabi, siempre que la lámpara empleada tenga una forma acorde con este tipo de decoración.
Y ya para concluir, recuerda: el wabi-sabi es una filosofía de vida que encuentra la felicidad en el deleite con las pequeñas cosas como texturas, sombras e imperfecciones de los objetos y la naturaleza que nos rodea. No es un estilo de decoración pero en sí, pero podemos adaptar algunos de sus principios a nuestros hogares con el fin de hacerlos más íntimos, acogedores y serenos.